jueves, 11 de agosto de 2016

Crónicas de Cabimas


Debajo del municipio Miranda descansa la historía de Cabimas.  Desde el siglo XVIII, específicamente el año 1758, era una tradición asistir a las fiestas de San Antonio de Padua, en El Consejo de Ciruma.  La bajada de los Caratosos  el último día de las fiestas patronales.



La Misión en el sector Ambrosio fue sitio ocupado por los españojes, trajeron indios de mala índole desde la serranía de Perijá.





La Plaza Bolívar de Cabimas era un lugar sagrado, sitio de encuentro de los ciudadanos y ciudadanas para escuchar los domingos y jueves de la semana las interpretaciones de la Banda Municipal.  Se caminaba con respeto y veneración por considerar que allí estaba la estatua de nuestro Libertador Simón Bolívar.

No se permitía a personas con paquees o bultos en las manos, en los brazaos o cabeza.  Los niños caminaban y atravesaban de manera tranquila la plaza sin lanzar piedras o cualquier otro objeto, muchos menos brincar, saltar, gritar, orinar o cualquier otro acto.







Tiempos alegres  en los carnavales, religiosa en Semana Santa, bailable en sus ferias de la Virgen del Rosaio, gaitera y multicolor con sus árboles de navidad, especialmente el de La Salina y Barrio Obrero gaiteando.  Las Juntas Parroquiales  se crearon para el desarrollo y mejoramiento de los barrios; eran alegres, promovían bailes y fiestas.




Cabimas es poseedora de cronistas oficiales que se dedicaron en cuerpo y alma a resaltar los valores: Aquiles Ferrer Vale, José Ramón  "Moralito" y muy especialmente el periodista Pedro Ramón Estrada.




Secundados por los Cronistas Naturales como Antonio "Al" Castro, Rafael Rangel Trujillo, Abdias Laguna Garvett, Nelson Marcano, Josefa López de Urdaneta, NésTor Pérez Borjas, Jorge Trujillo Duráncon sus invalorables historias y fotografias.






















Hoy la ciudad de Cabimas no es ni la sombra de ese ayer alegre, colorido, de amistad, unión diversión.  La ciudad esta enferema con un centro comercial tétrico y patético, sin luces ni colorido.  Los clubes La Salina, Lago La Salina, Restaurantes entre otros sitios de diversión y recreación quedaron allí como cadáveres insupultos. 




A Cabimas le apagaron la alegria. Las casas de la Colonia Inglesa es una verguenza, el edificio de los Poderes Públicos quedó destartalado.  A las plazas se les secan sus fotosíntesis.




Nadie sale después de las siete de la noche.  No hay diversión ni siquiera la televisión porque ya no quedan canales de buenas noticias ni de buena diversión.






Para finalizar, el pueblo debe rescatar a su Cabimas con corazón para que deje de ser horrible y sin sabor.















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